Veranito en pleno invierno y el suplicio de la Tierra

Veranito en pleno invierno y el suplicio de la Tierra

Tras las altas temperaturas que hubo en estos días en la city paraense (como me gusta decirle), puedo decir que fui muy feliz con el alivio luego de tanto frío. Ahora, bajándome de un hondazo, reconozco que más de 25 grados de calor en pleno invierno no es sano. ¿Qué carajos le pasa al planeta?

Todos alguna vez escuchamos la frase de los activistas del Fridays For Future: “No hay planeta B” y creo que los discípulos de Greta Thunberg tienen razón. El calentamiento global es una realidad que la palpamos durante todo el año, ya sea en estos “veranitos” en pleno invierno, inviernos que cada vez demoran más en llegar y  veranos muy extensos en los que todos somos más chivo que persona.

“Nos vamos a cagar muriendo”, a veces me pongo a pensar ¿Cuánto daño le hacemos al planeta con simplemente existir? Los humanos destruimos el planeta de diferentes maneras, ya sean los magnates internacionales que talan el Amazonas, envenenan los campos, tiran residuos industriales al agua, queman las islas y otras innumerables atrocidades.

El resto de los mortales podemos arruinar al planeta usando plásticos no reciclables, andando en auto sin necesidad, no separando la basura, comprando fast fashion y ultra fast fashion y otro tipo de cagadas.

¿Qué podemos hacer para no ser tan forros con el planeta?

No voy a predicar algo que sé que no voy a cumplir ni una cuarta parte, pero puedo decir que tener conciencia y ser consecuente tampoco es lo más simple del mundo.

¡No seas careta! ¡Dale un mimo a la Tierra que tanto bueno nos da! Para eso podemos: caminar, usar bici o transporte público lo más que se pueda; comprar ropa de forma sostenible, tanto en ferias como fast fashion (aunque no en todas hay talles); evitar usar bolsas que no sean biodegradables; comprar cosas que no tengan empaques innecesarios; apagar las luces (que tu bolsillo te lo va a agradecer) y mil acciones cotidianas que van a evitar que este planeta se termine de prender fuego y continúe siendo un lugar habitable.

Redacción: Antonia Rodríguez