Opinión: la Ley de Salud Mental y el delgado protagonismo del Estado
La Ley de salud mental se presentó como una conquista, al menos en el circulo cercano que convive con la problemática. Recientemente vuelve al centro del debate polemizando sobre su efectividad, y visibilizando el concreto rol del Estado. Geronimo Rodríguez, estudiante de Psicología nos cuenta su visión.
En estos días se desataron una serie de críticas y de opiniones hacia la Ley 26.657, promulgada en 2010, por sucesos singulares que atravesaron familiares y personas conocidas en el ámbito de lo mediático y de lo artístico.
En esta línea, una de las de las posiciones que más fuerza tomó fue la exposición de Marina Charpentier, madre del cantante “Chano”, en el Senado. Ya que, en dicho discurso, expuso su dolor con un relato conmovedor y dejó en claro su postura ante los hechos recientes que le acontecieron. Además de las críticas a ciertos operadores del 911, hizo foco en la ley, manifestando que “la ley que tenemos hoy no nos ayuda. A mí no me ayudo”. También agregó: “yo sé que con determinados artículos no vamos a ningún lado, sobre todo con el art. 20 […], que es el que dice que, para internar a alguien, se necesita la voluntariedad del paciente…”. Por último, recordó que “… Yo les dije, pónganle un chaleco de fuerza, una inyección, átenlo, llévenlo porque necesita ayuda…”.
Luego de escuchar las duras experiencias de familiares, y la posición que tomaron los medios de comunicación, nos preguntamos: ¿Es realmente un obstáculo la Ley 26.657? ¿Hay que modificarla? ¿Qué nos plantea la misma? Aquí trataremos de responder brevemente, por supuesto, sin ánimos de contradecir posturas, ni desestimar a los testigos de situaciones complejas.
La ley Nacional de Salud Mental determina un marco normativo para el desarrollo de distintas modalidades de abordaje, apuntando a un acompañamiento acorde a las necesidades de las personas, en su momento histórico y en su comunidad, de una manera respetuosa y humana, a través de equipos interdisciplinarios compuestos por profesionales idóneos, con un enfoque comunitario, para transformar, también, las condiciones en las cuales se produjo la problemática en cuestión. De esta forma, la misma, establece un horizonte y respaldo en la práctica profesional, marcando un camino en la formación y labor de quienes ponen el cuerpo en actividades referidas a la atención pública y privada en salud mental.
En este sentido, establece los marcos legales y recaudos necesarios para la internación involuntaria, punto que fue puesto en tela de juicio últimamente. En el articulo 20 y 21, deja en claro los requisitos para llevar a cabo dicha acción, cito: Art. 20 “La internación involuntaria de una persona debe concebirse como recurso terapéutico excepcional en caso de que no sean posibles los abordajes ambulatorios, y sólo podrá realizarse cuando a criterio del equipo de salud mediare situación de riesgo cierto e inminente para sí o para terceros…”.
Entonces, pareciera que la problemática no radicaría en la modificación de la ley en cuestión, sino más bien, en su aplicación plena, que está aún truncada. No se puede juzgar su éxito cuando todavía, la misma, no caló en la profundidad de los efectores de salud y, principalmente, cuando faltan recursos para llevarla a cabo, siendo este el camino para lograr acompañar la generalidad de casos complejos como es el de la problemática del consumo.
Pareciera que la problemática no radicaría en la modificación de la ley en cuestión, sino más bien, en su aplicación plena, que está aún truncada.
la misma, no caló en la profundidad de los efectores de salud y, principalmente, cuando faltan recursos para llevarla a cabo
Por último, desde mi lugar de estudiante, deseo que esta repercusión sea útil para continuar bregando por una Ley de Salud Mental que sea implementada en todo su esplendor, que se obtengan los recursos necesarios para respaldarla, y de esta manera, respaldar, también, a aquellos profesionales que dedican su vida a la atención de la salud mental.
Rodríguez Geronimo, estudiante de Lic. En Psicología, U.A.D.E.R.