Lenguaje inclusivo: la revista Sudestada le responde a la soldado Herrera
Un rumor, desmentido por el ministerio de Defensa, generó inquietud en el ejército y la opinión de la soldado. Polémica.
La soldado Lucía Herrera escribió una carta en contra del lenguaje inclusivo, que generó una desmentida por parte del ministerio de Defensa ante el rumor de su imposición en las diferentes armas. En la revista Sudestada le responden:
Estimada Lucía,
Usted se define soldado.
Ni soldada, ni soldade.
Y está usted en todo su derecho.
Ese derecho, estimada Lucía, se lo dio el feminismo. Seguramente no ignora que, hasta 1995, las mujeres no podíamos ser soldados, ni soldadas, ni soldades, y la presencia femenina en el ejército, ese ejército que usted ama, estaba restringida al área de servicios.
Usted dice que nadie sabe lo que es estar en una guerra. Se equivoca, estimada Lucía. Las mujeres e identidades femeninas sí lo sabemos. Venimos librando una guerra sangrienta contra un sistema llamado patriarcado, que nos mata cada 26 horas, y cuyo brazo ejecutor son, mayoritariamente, los hombres que dicen amarnos. Imagínese, Lucía, cuantas de nosotras dormimos noche a noche con el enemigo, sin saber si despertaremos.
«Las mujeres venimos librando una guerra sangrienta contra el patriarcado»
Dice usted, Lucía, que tuvo suerte, y yo me permito disentir. Usted no tuvo suerte, usted está disfrutando del derecho de ejercer la profesión que le gusta, y ese derecho no es mérito suyo, sino de las feministas que, en el 2013 lograron la resolución 114, que permite mujeres en la Infantería y en la Caballería, espacios que estaban vedados, aunque desde el `97 las mujeres podíamos incorporarnos a las escuelas de formación de oficiales y suboficiales en las amas de Apoyo de Combate y Apoyo de Fuego.
Sin las feministas, soldado Lucía, a usted jamás le hubieran permitido tirar con un cañón.
¿Está cansada de escuchar que las mujeres nos quejamos de no tener derechos, soldado Lucía? Imagínese como estamos de cansadas nosotras de que nos maten a media cuadra de la comisaría, de que nos viole un tío, un padrastro, un jefe, un desconocido, de que trabajar, en cualquier ámbito de los considerados » de hombres» nos cueste a menudo un precio terriblemente alto. Y si no pregúnteles a las veteranas de Malvinas, que vienen denunciando violación en todos los lugares en que pueden alzar la voz, a su camarada, la mujer que denunció haber sido violada por sus propios compañeros de batallón, en Bahía Blanca, otra en Santa Fe, y hay más, incluso las hay que aún no han podido hablar, ni siquiera en inclusivo.
¿Hasta dónde llegaremos, se pregunta usted, estimada Lucía? Hasta donde sea necesario, para que dejen de violarnos, de secuestrarnos, de asesinarnos. Hasta quemar el cielo, si es preciso, por vivir.
Y, otra vez, me permito disentir con usted, que dice que las mujeres no tenemos derecho a cambiar la historia. Se equivoca, estimada soldado Lucía. Usted, tan feliz de hacer lo que hace, es la prueba de que ya la hemos cambiado, y seguiremos haciéndolo.
Fuente: Perfil.