El economista en 2018 había dado una charla en la ciudad de Metán y todo terminó a los gritos, en medio de acusaciones de maltratos
A mitad de camino entre las capitales de Salta y Tucumán, Javier Milei registra una página oscura que querría olvidar. El domingo 13 ganó allí las primarias. Pero hubo un tiempo en que también lo declararon persona no grata. Y le prohibieron dar charlas o conferencias. Y le ordenaron someterse a una revisión psicológica. Y debió pedir disculpas. Pero ahora, allí ganó. Obtuvo el 49,2%, seguido por la abstención, lejos de sus contendientes y lejos del expediente judicial que le abrieron por violencia de género.
Aquel episodio ocurrió en Metán, la quinta ciudad más populosa de Salta. Fue hace cinco años. Milei venía de dar una charla en la capital provincial y otra más en Rosario de la Frontera, donde ya había protagonizado otro chisporroteo. Pero el incidente más grave ocurrió la noche del martes 23 de junio de 2018, en el Colegio de Abogados local. Una periodista le hizo una pregunta y Milei la cruzó. Mal. Y terminó peor. Casi a las piñas con el público.
Milei había terminado de exponer y durante la sesión de preguntas, una periodista de InfoSalta, Teresita Frías, le consultó por qué el keynesianismo había dado frutos en Estados Unidos desde el “New Deal”, pero no así en la Argentina. Era una pregunta más, pero el economista le respondió con otra pregunta. “¿Vos sabés entre qué años fue la Gran Depresión?”, le consultó desde la tarima y le indicó que había sido entre 1929 y 1933, mientras que la “mierda” de la teoría de Keynes, como la definió, se había publicado en 1936.
La respuesta de Milei pudo concluir ahí, pero no. “Lo primero que te tenés que dar cuenta es que no te dan las fechas. Ni siquiera te tomaste el trabajo de chequearlas. Hablaste de keynesianismo y no leíste nada de keynesianismo. No sabés nada de keynesianismo”, le reprochó, para luego destratarla, con sorna, repetidas veces, delante de unas 40 personas. “Sos una burra y hablás de cosas que no sabés”, fue una de las frases.
Frías le reclamó que se estaba extralimitando. Le planteó que era un “totalitario”. Y Milei redobló la apuesta. La destrató varios minutos. Tanto, que otro periodista local, Rodrigo García, tomó el micrófono, descartó la pregunta que había preparado y le pidió a Milei que se disculpara con Frías. También cargó contra él. Lo calificó como “populista e impresentable”, lo que provocó que parte de la audiencia le reclamara respeto y educación o comenzara a retirarse, mientras que otros lo desafiaban a pelear. ¿Conclusión? Los organizadores –entre ellos, el diputado nacional Alfredo Olmedo- dieron por terminada la conferencia. El video con este episodio volvió a ser viralizado en los últimos días por las redes sociales.
En los días que siguieron, Frías lamentó la reacción del economista. “Mi trabajo no era ‘hacerle el caldo gordo’ a Milei ni molestarlo. Fui a preguntarle. Si estaba mal mi pregunta, que es algo que puede pasar, creo que tendría que haber sido un poco más gentil y decoroso”, explicó. “Si él está acostumbrado a tratar así a la gente, allá él. Para mí lo primero es el respeto”.
Al día siguiente, el libertario continuó su camino. Pero la fiscal penal de Violencia Familiar y de Género de Metán, Susana Redondo Torino, inició una actuación de oficio como le imponía la ley. Estimó que el economista había “destratado, humillado y ridiculizado” a Frías. Intervino el juez del fuero, Carmelo Paz, que siguió las pautas fijadas por las leyes provinciales 7403 y 7888. ¿Conclusión? El magistrado dispuso “medidas preventivas”.
“Resuelvo”, indicó Paz, según consta en la copia de la resolución que obtuvo LA NACION, “ordenar al señor Javier Gerardo Milei abstenerse de ejercer actos de violencia física o psíquica, como así también de proferir insultos, palabras agraviantes y realizar amenazas descalificantes contra la señora Teresita Frías”.
En esa misma resolución, y ante la posibilidad de que algo similar se repitiera en el corto plazo, el juez también cerró las puertas de la ciudad al economista. Así, dispuso “prohibir al señor Javier Gerardo Milei la participación en calidad de disertante y/o panelista de cualquier charla y/o reunión pública que efectúen las organizaciones estatales y no estatales en la ciudad de San José de Metán, bajo apercibimiento de ley”.
El magistrado tomó otras dos decisiones. La primera, le ordenó a Milei presentarse en su juzgado a una audiencia que fijó para el 4 de julio de ese año. La segunda, dispuso “una amplia evaluación de las personas involucradas” –es decir, tanto de Milei como agresor, como de Frías como víctima-, la que quedó en manos de los psicólogos de la Oficina de Violencia Familiar y de Género (OFVG).
La citación judicial pareció afectar a Milei, que pasó de mofarse de Frías a pedirle disculpas. Así, el economista primero reafirmó su posición cuando lo ocurrido en Salta llegó a la prensa porteña. “¿Te sentiste tocada por dejar en evidencia que estabas hablando de lo que no sabías?”, dijo desde el programa Intrusos, dirigiéndose directamente a Frías. “¿Puse demasiado énfasis frente a tu intención de seguir pudriendo la cosa? ¿Sabés qué Teresa Frías? De nuevo te pido disculpas”, ironizó.
Pero obligado a volver a Metán y a presentarse ante el Juzgado de Violencia Familiar y de Género con la asistencia de un abogado, Marcelo Arancibia, Milei modificó su actitud. “Durante la audiencia, la fiscal Redondo Torino le exigió a Milei que se disculpara y eso fue lo que pasó”, confirmó el juez Paz ante la consulta de LA NACION. “Milei pidió disculpas por sus comentarios contra Frías y los demás periodistas, y con la audiencia de aquella noche”.
Indicadores de riesgo psicológico
Ese mismo día, Milei también debió presentarse ante un profesional del equipo interdisciplinario. El psicólogo Pablo Carrizo Saavedra lo recibió en su despacho, le hizo una batería de preguntas y redactó un informe con sus conclusiones preliminares sobre el “peligro” y los “indicadores de riesgos” que podría o no evidenciar el economista para sí o para terceros.
Ese informe, cabe aclarar, no puede calificarse como un peritaje psicológico en sentido estricto. Y tiene carácter “reservado”. Está en el expediente que tramitó en Metán. Sólo trascendió que para el psicólogo, la reacción de Milei podía encuadrarse como algo “meramente esporádico”, es decir, una reacción o hecho aislados.
Poco después de regresar a Buenos Aires, Milei oficializó su romance con la cantante Daniela Mori, otrora integrante del grupo “Las Primas”. La relación terminó al cabo de un año, pero mantienen un buen vínculo, tras sobrellevar juntos un desafío vital. “Me acompañó mucho en un tema difícil de una de mis hijas y no cualquier acompaña en ese momento”, le reconoció ella esta semana, tras contar que lo llamó para felicitarlo tras su triunfo en las PASO. “Siempre le voy a desear que llegue a lo que más quiera en la vida”, dijo.
Por su parte, Milei volvió a referirse alguna vez a lo ocurrido aquella noche en Terán, a mitad de camino entre la retractación y la justificación. “No hay excusas que valgan para eso. Igual se lo he dicho a varias personas. Es mi forma. La realidad es que no está bien, no puedo seguir con esta boca de cloaca que tengo”, replicó ante una consulta de Perfil.
Las dudas sobre su estabilidad emocional y psicológica continúan hasta hoy. Milei lo sabe. Al punto de que acusó al jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, de intentar atacarlo por ese flanco. “Se inmiscuye en mi historia clínica”, le dijo a la periodista Laura Di Marco, meses atrás. “Una de las amenazas que recibo es: o accedo a correrme de la política o cuenta qué psicofármacos tomo. Y yo solo tomo Somit [por un inductor del sueño], que es un caramelito. [Rodríguez Larreta] juega muy sucio porque va contra tu vida personal”.
Cinco años, un mes y tres semanas de aquella noche, Milei acaso se sienta reivindicado en Metán. Ganó allí las PASO con el 49,2% de los votos, muy por delante de Sergio Massa (23,9%), Patricia Bullrich (9,1%) y Rodríguez Larreta (7,6%). Con una salvedad: el 39,8% de los habilitados no acudió a las urnas y otro 3,1% sufragó en blanco o anuló su voto.
Fuente: La Nación