En las últimas horas los entrerrianos José Artusi ex diputado provincial; Ricardo Lafferriere ex senador nacional; y el actual integrante de la sociedad Radio y Televisión Argentina Emilio Lafferriere, formaron parte de las 300 personas que firmaron la dura carta titulada «La Democracia está en Peligro».
El documento advierte que el país vive “una infectadura”, criticando al Gobierno de Alberto Fernández, por la extensión de la cuarentena y el modo en que se aplica.
Entre los firmantes también se encuentra la farmacéutica y biotecnóloga Sandra Pitta Alvarez, investigadora del Conicet desde el 2002, como así también otros 30 científicos que avalan la postura de que “en nombre de la salud pública, una versión actualizada de la ‘seguridad nacional’, el Gobierno encontró en la ‘infectadura’ un eficaz relato legitimado en expertos, seguramente acostumbrados a lidiar con escenarios que se asemejan a situaciones de laboratorios y ratones de experimentación, pero ignorantes de las consecuencias sociales de sus decisiones”. También se sumaron periodistas y personalidades del espectáculo como Fanny Maldelbaum, Jorge Sigal, Néstor Sclauzero, Rosario Agostini, Eduardo Antín (Quintín), Marcelo Panozzo, Javier Navia, Luis Gasulla, Rogelio Alaniz, Pablo Ciarlero, Ricardo Benedetti, Leonardo D’Espósito, José Ignacio Sbrocco, Sandra de la Fuente, Rodolfo Pousá Juan José Sebreli, Santiago Kovadloff, Luis Brandoni, Daniel Sabsay, Luis Tonelli, Fabiana Tuñez, Gabriel Palumbo, Federico Andahazzi, Silvina Martínez, Marcelo Gioffre y Darío Lopérfido entre otros.
La carta completa
«La Democracia Está en Peligro»
El mundo enfrenta un momento especial a raíz de la pandemia ocasionada por el virus SARS-CoV-2, conocida como COVID 19. Si bien ningún país estaba preparado para esto, la primera reacción del gobierno argentino fue negar la existencia del problema, a pesar de las advertencias desde un sector independiente de la comunidad científica y de la política.
Del mismo modo, se desestimó el planteo de testear, rastrear y aislar casos, no controló a tiempo las fronteras y decretó una cuarentena en forma improvisada, sin presentar ningún plan ni una posible fecha de finalización. Como única explicación se exhibieron logros parciales, al compararse erróneamente con otros países, y mostrando con anticipación supuestos éxitos, cuando debería predominar la cautela y el realismo.
El presidente Fernández anunció que comenzaba “la hora del Estado”, una expresión que recuerda a la famosa frase de Leopoldo Lugones y describe un fenomenal avance en la concentración del poder para eludir cualquier tipo de control institucional.
En nombre de la salud pública, una versión aggiornada de la “seguridad nacional”, el gobierno encontró en la “infectadura” un eficaz relato legitimado en expertos, seguramente acostumbrados a lidiar con escenarios que se asemejan a situaciones de laboratorio y ratones de experimentación, pero ignorantes de las consecuencias sociales de sus decisiones.