Héroes, heroínas y víctimas
A cuatro décadas de la guerra en Malvinas, el conflicto entre Argentina y el Reino Unido se presenta como un crudo recuerdo en la actualidad. No solo por la fecha conmemorativa, sino, además, porque al ser contemporáneos a otro enfrentamiento bélico: el de Rusia y Ucrania, tanto la guerra como sus consecuencias e implicancias nos interpelan directamente.
En esta línea, nos preguntamos cuál es el lugar de la memoria. Pero, también, cómo la decisión de “presentar batalla” se volvió racional y posible en su momento, ¿cuál es la estrategia que convoca a miles de jóvenes a pelear sin entrenamiento, en un frío gélido, sin los recursos necesarios?
Por qué siempre la juventud se vuelve una garantía para el futuro; para el presente de aquellos que gobiernan, pensando en su carrera política y la ineludible oportunidad de tener el poder a cualquier costo.
2 de abril de 1982, una aventura.
Argentina era gobernada por militares golpistas que enviaron a la guerra a miles de jóvenes a su suerte. Adolescentes que, en muchos casos, añoraban descubrir un mundo nuevo. Un viaje hacia el sur, una aventura. Así es la solemnidad, en alguna medida, ingenua de la adolescencia, que no reconoce la conducta hostil y siembra entre pares una experiencia única, de lucha y amor. Esto transmitían las cartas que los pibes enviaban a sus familias.
El 70% de los que fueron eran jóvenes conscriptos que provenían de diferentes sectores sociales y geografías. Siendo, entre ellos, la mayoría originarios de las provincias de Chaco y Corrientes.
Teniendo esto último en cuenta, para muchos de esos soldados la experiencia de la guerra estuvo acompañada por el choque cultural que significó habitar un territorio tan diferente al propio.
Sin plan.
El objetivo de la conducción militar Argentina era desembarcar en las islas para forzar una negociación con el Reino Unido. La junta no preveía una respuesta militar británica, pero a pocos días del desembarco Gran Bretaña envió a las islas unas de las fuerzas de tareas, más grande constituida por ese país desde la Segunda Guerra Mundial.
Esta imprevisión tuvo importantes consecuencias para los soldados, porque provocó deficiencias en la distribución de abrigos, equipos y alimentos. Lo que se agravó a partir de mayo con la llegada de los ingleses. Para vivir en las islas los soldados construyeron los llamados pozos de zorro, puestos de lucha donde pasaron la mayor parte del tiempo.
El terreno de las islas resultaba desfavorable para esa construcción porque buena parte del suelo, compuesto de turba, dejaba filtrar el agua, y así inundaba los pozos. En las trincheras, entraban hasta 4 soldados, en ese limitado espacio, tejían lazos de un compañerismo imborrable. Compartían cada momento de la vida cotidiana: charlas, bromas, angustias, miedos, como también, estrategias para sobrevivir ante la falta de los elementos básicos.
Con el paso de los días y el avance del frío y el hambre, las sensaciones de los soldados fueron cambiando. Además de las condiciones materiales y climáticas a las que se vieron enfrentados, muchos soldados sufrieron maltratos y abusos de parte de sus superiores.
La historia ya sabemos como termina, pero no hay presente que valga más, que el recuerdo de saberse soberanos, porque fueron héroes por defender la tierra, por trascender en su amor colectivo, por cargar en el frío y el hambre nuestra bandera. Pero también fueron, y son, víctimas de la insolencia militar, el desmedro y la obsecuencia de su arrogancia. Donde todo es como yo digo, a los gritos y por la fuerza. Víctimas de un régimen dictatorial, sin estrategia, sin amor propio.
En el olvido.
Mujeres de Malvinas. Como comúnmente pasa en los relatos históricos, el rol de la mujer es omitido. Hubo miles de argentinas que desempeñaron un papel fundamental en el conflicto. Ellas también estuvieron y también fueron heroínas de la guerra.
Las enfermeras e instrumentadoras que cuidaron y curaron a los heridos: las que colaboraron como radio operadoras, las que juntaron alimentos para que no pasaran hambre, las que tejieron para que no pasaran frío, las que recibieron a nuestros soldados derrotados cuando nadie los quería ver y el Estado les había dado la espalda. Hoy, 2 de abril, también las recordamos a ellas.
Notas extraídas de Pensar Malvinas los que siente el hermano – Canal Encuentro
Por: Alán Gomez Tutau.