Ese barullo dentro mío

Ese barullo dentro mío

Y si cantas a la luna

Y perdés la vida en un instante.

¿Qué es lo que buscamos?  ¿A qué lado vamos?. 

Ese es el tono de las preguntas existenciales y su espesor, califican el paisaje electoral de un momento definitorio y bien podrían ser, preguntas que hacen a la muy denostada consultoría política.  

Exageradas, y solemnes, fácil escapar, de trascender. Preguntas que tienen un peso filosófico y en verdad, intentar responder es agobiante. Alguien dijo: vamos ligero de equipaje porque el tiempo vuela, y no queremos perdernos de ningún goce. 

Punto y aparte. Nadie se perdió está escena, todos alguna vez recorrimos el barullo de la incertidumbre. 

Cada uno tiene su modelo, su perspectiva e ideología. Una contención, un lugar donde siente el aquí y ahora cómo pleno. Encontramos algo que nos ayuda a gambetear la incertidumbre porque no tenemos capacidad de control sobre ella y vamos en una búsqueda que sepa identificar esos ritmos, pero lamentablemente es una derrota asegurada. Y esto sí es una certeza, por lo tanto, la existencia podría definirse por la incertidumbre y no sería un problema. El problema sería cuando ese barullo externo está dentro mío.

¿Quién para perder el tiempo hablando? 

Hace poco un amigo me contaba que de chico tenía la rutina de acompañar al padre a su jornada laboral en el campo, después del largo día, se sentaban a tomar mate, a esperar que la oscuridad cayera y contemplar un ratito del día. Me dijo él: “hay algo ahí, que desarticula el concepto de trabajo, que acelera el tiempo. Ahora de grande, entendí que eso era parte del trabajo y yo no lo encuentro por ningún lado”. Y claro, hoy trabajas durante el día, y no hay tiempo para contemplar lo hecho, el ocio es definido ampliamente por improductivo y el concepto de contemplación resulta anticuado y fastidioso. Por eso, la mejor manera de evadir-se, es fingir “no tener tiempo”. 

Si hay algo que el existencialismo no hace, es determinar. Barajar y dar de nuevo, pasar de página, enlazar la existencia haciéndola. La realidad está dentro de nosotros, en la experiencia, nuestro yo está fuera, condenado al sentido. 

Todos conocemos la famosa frase de Sartre “Somos lo que hacemos, con lo que hicieron de nosotros”, y lo que hicieron de nosotros es durísimo. No podemos ubicar a la política, la aceleración, el estancamiento, la ausencia de previsibilidad nos trajo agotamiento y con ello confusión. La recesión también es un resultado psicológico.

Y si vas a la derecha

Y cambiás hacia la izquierda, ¡adelante!

Vengo citando mucho el libro Gestionar las Emociones Políticas de Antoni Gutiérrez-Rubí, porque no deja de darme contenido para pensar y escribir. 

Sin ninguna rigurosidad teórica, la empresa de poner las sensaciones en el análisis de lo político ha sido una exploración que perseguí desde que escribo. La conversión es pensar este ejercicio como estratégico, y no como un mero desahogo. Tal vez, la promiscuidad de este mismo acto caracteriza la escena social, donde muchas veces lo que se discute son “ismos” ficticios.

 Este viernes Alejandro Bercovich lo utilizó para comentar su columna radial que tituló como “Su propia medicina”, refiere al capítulo La democracia instantánea. Allí, hay algo de esto que quiero transmitir: “Hemos dejado de recordar para buscar, hemos dejado de pensar para buscar y hemos dejado de decidir para estar en la búsqueda permanente. La relación entre el bien abundante (la información) y el bien escaso (el tiempo para procesarla) está provocando que las reacciones desplacen a las reflexiones en nuestros procesos cognitivos”.

Mi querido amigo, los mismos de siempre.

Muchos están hartos de la política, les fastidia el hecho de que la campaña no termine, de tener que ir a votar de nuevo. Pensaba estos días, en todos aquellos pibes que se ilusionaron con Milei, con su narrativa política, con esto de qué la Argentina no va a mejorar con los mismos de siempre. A muchos de ellos les parecía compleja la política, y se animaron con Milei. Escuche a muchos de sus votantes decir “aprontate porque gana en primera vuelta, no va hacer falta el balotaje”. Incluso después de la victoria libertaria recibí el audio de un amigo al que quiero un montón, insultándome diciendo prácticamente que íbamos a desaparecer. Creo que no hace falta indagar sobre el contenido de sus palabras, la proyección que generaba Milei era muy directa y replicar esta emoción es una cuestión matemática. Dramatizar y cuestionar en el hartazgo, eleva la discusión hacia niveles que no tienen sentido, que traen a la certeza como posición dominante y la única existencia que aparece posible en esta situación, es que se torne aún más violenta.   

En su momento no le conteste nada, pero pensé en guardar el audio, nunca imaginé un escenario sin baloje, pero tampoco imaginé el actual escenario político. Mi idea era mandarle su propio audio después de las elecciones definitivas, tratarlo de soberbio y necio. 

En verdad lo hable, pero no le reenvíe el audio, sentía que mi energía física estaba vacía después de no entender nada de la alianza Milei-Bullrich. Le pregunté qué era lo que veía, cómo se sentía, me contestó:  “ya desistí de todo”.

La música que escuche mientras escribía:

 Esos raros peinados nuevos – Charly Garcia

Alan Gomez Tutau.