Se trata de los vecinos de Villa Elisa, que crearon una ONG para mantener el patrimonio ferroviario
La historia data de 1994, cuando un grupo de vecinos de Villa Elisa compraron una locomotora de vapor Drawing 1928 y la hicieron funcionar.
Así nació el Ferroclub Central Entrerriano, para defender el tren del pueblo. Con el trabajo voluntario se mantuvieron limpios casi 100 kilómetros de vías, asimismo, se adaptó un motor de un camión Bedford y se construyeron dos vagones, que pueden llevar hasta 22 pasajeros.
“La mayoría de las personas de la ONG se dedicaban a la mecánica y con el apoyo de los ferroviarios, ya mayores y que se limitaban a dar alguna indicación para moverse dentro de las vías, se construyó una zorra y se empezó a hacer los recorridos. Mientras otro grupo limpiaba, otro gestionaba a ver si podía conseguir algo de material rodante ferroviario que se encontraba tirado en todos lados, disperso como hay hoy; pero, el Estado nunca cedió absolutamente nada al club y eso, en un momento, los piso en la encrucijada: dejar todo o empezar a fabricar nosotros las máquinas que sean necesarias para poder transitar sobre la vía, y se hizo lo segundo. Así fue como en 1994 se consiguió la máquina que estaba abandonada en el puerto de Concepción del Uruguay y que era de un particular”, contó José Luis Guillaume, presidente de la entidad, a Página 12.
“Se inició con un trencito; luego, en 1995, el otro vagón al que se le incorpora un baño, ya con la idea de hacer paseos turísticos para llegar hasta el Palacio San José Museo y Monumento Histórico Nacional Justo José de Urquiza, que fue la residencia del gobernador de la provincia de Entre Ríos, general Justo José de Urquiza y de su esposa Dolores Costa. Ese era el atractivo para convocar a la gente. Y así se empezó a hacer estos paseos con los dos vagones”, expresó.
El recorrido actual es de 3,5 kilómetros, con fines turísticos. En las últimas vacaciones de invierno fue visitado por 850 personas y, en lo que va del año, por 1600. Los paseos se realizan los sábados y domingos desde las 15:30 y tienen un valor de $1500 para las personas mayores, $700 para las menores.
“La gente grande viene y lo disfruta mucho. Hay abuelos que vienen con sus nietos y les cuentan cómo era el tren cuando ellos eran chicos… La idea es que hoy se reviva lo que fue ese tren, esa locomotora, por eso lo tecnológico queda en la estación. Al tren queremos detenerlo en el tiempo, y que se lo valore por lo que fue. Es el objetivo que nos alienta a continuar con esta idea loca de hacerlo circular por una vía que tiene 109 años”, finaliza.
Con información de Página 12