Siempre quise entrar en este análisis, pero imaginaba más los riesgos, que los criterios de síntesis. Hasta hoy, mi participación en el principal acto democrático siempre ha estado envuelto en cierto desinterés, en cierta decepción. Nuestra generación ve en la política una gran escena conspirativa, una solemnidad difícil de discernir, qué fatiga por su provocación, por un modo de expresión anticuado e insensible.
Esta idea de poder elegir, de ejercitar una expresión vinculada a tu visión, es un evento aparentemente nostálgico, que se prefiere evitar, como la discusión política. El “son todo lo mismo” es un segmento lineal, difícil de desarticular, que aparece en todas las campañas, y no encuentra una verosimilitud objetiva, pero en el reverso demuestra la otra cara, donde la política es un cargo menor, y su poder para transformar la realidad se encuentra obsoleto.
De alguna manera son puntos encontrados, tolerar es una instancia que la sociedad agotó y esa realidad transcurre en una sensación de hartazgo. Sin embargo, el voto es un acto al que no se puede renunciar, como la opinión, como la crítica. De lo contrario, el tiempo te aísla de la lectura del proceso, de la conciencia colectiva, de la compresión histórica e implícitamente quedamos sujetos a nuestra individualidad y no hay nada que nos interese, más que nosotros mismos.
Resulta conveniente, la indiferencia y la hostilidad como medios para el análisis, selectivos, como la retórica discursiva del enemigo: la oscuridad cubre toda la ciudad, pero si empiezo a desconfiar de mi suerte estoy perdido. Por eso, quiero resaltar que es un texto de búsqueda, con el objetivo de encontrar de frente lo que pienso. Porque cuando veo y escucho gente sin ganas de votar, la entiendo.
La escena.
Al momento la participación electoral es la más baja en cuarenta años, lo dice Gustavo Marangoni, en una nota que describe los desafíos para los candidatos marcando tres ejes: dólar, ausentismo y voto en blanco.
Otra, escrita por el diario Clarín, especula con la probabilidad de sumar los votos de los resignados, los indignados, y los votantes de Javier Milei, allí, tendríamos a “los desencantados” ganando en primera vuelta.
Recientemente en las elecciones de la provincia de Chubut el voto en blanco llegó al 10 % con más de 30 mil votos, ubicándose en cuarto lugar, según los datos publicados por la página web oficial del Tribunal Electoral Provincial de Chubut.
“Es la economía, estupido”. De algún lado me suena.
Es tiempo de un segundo plan.
Dice la música del El Mató, y ya no es un gobierno de “transición”.
¿Quiero saber a dónde ir? ¿Quiero saber a quién seguir? ¿Quiero saber por quién morir?
Tengo unos principios pero si no les gusta, tengo otros. Decía un profesor que tuve hace algunos años. Y así fueron pasando los programas económicos. La incertidumbre es todo lo que podemos ofrecer y si no les gusta, vendrán otras caras. La transición fue un eslogan “off de record”, una noción insulsa e injusta para quienes sufrieron en primera persona los años macrista. El “no se pudo” es dispararse al propio pie, como las peleas de la coalición que de todos modos derivaron en un ajuste que quizás en otro momento hubiese resultado más atenuado.
Y frente a ese panorama, la oposición juega al jenga sin participar, un amo jugando al esclavo, siendo el principal responsable de crear un cogobierno con el FMI. Militantes pro, radicales, periodistas, emprendedores, tuiteros hablan del dólar. Todo el dia dólar. Dólar esto, dólar lo otro. Dólar en redes, dólar por culpa, dólar internet, dólar nike, dólar pollo. Dólar despensa, dólar nafta. Dólar verdulería, también, dólar peluquería. Lo último: dólar trigo. No se dan cuenta que parecen momias, pero aparentan ser de 23…..Periodista, estírela!
Está mal, pero no tan mal.
Una retórica deslizada en la mayor cantidad de las instancias sociales. Una sugerencia para el análisis de la vida cotidiana. La economía es la principal preocupación de los argentinos (dólar e inflación), lo marcan la mayoría de las encuestas y en algunos casos inseguridad. Que según mi perspectiva deviene de la primera. En fin, se puede hacer un análisis de arriba hacia abajo indagando simplemente en portales de diferente partida. Verán allí, una coincidencia incrédula.
A priori, la inflación es un problema de imaginación política. En la coalición gobernante, por un tema de orden y preponderancias personales. En la oposición por subestimación y falta de compromiso. Eso por un lado, por el otro, en relación a la divisa, son las consecuencias de abrirse al mundo. Es la primera reflexión, siendo la consideración más simple de la filosofía de Mauricio. Es ese republicanismo guionado por la creatividad yankee. El tono extranjerizado que nos devuelve el espejo, la naturalidad de nuestra realidad bimonetaria. Ahí hizo pie, cosechó la base de un partido, donde el objeto de deseo está afuera, y es fundamental la diferencia de clase, como modelo estratégico para el diseño de políticas públicas.
“Voy a disparar al aire, alguien más la va pasar muy mal”
Nuestra sociedad abandonó la discusión ideológica, y la política se sumerge en el relato anacrónico, donde no hay inventiva, pero sí tipos de cambio. Y en ese ejercicio, los comunes son los que de manera continua sufren su secuela. El economista y consultor Emmanuel Alvarez Agis, entrevistado por Ernesto Tenembaum y Reynaldo Sietecase cuenta que al momento de asumir Prat-Gay (primer Ministro de Economía de Macri) el salario en dólares de los trabajadores era de 2000 usd. Ahora, a dolar oficial es 1000 usd, y 500 al paralelo. “En serio, le vamos a decir a la gente que va a ganar 700 al oficial y 200 al paralelo”. Así, no hay diseño, ni proyección que aguante, no hay programa ni intervención con solidez y finalmente no hay confianza.
Gutierrez Rubí (asesor del actual Ministro de Economía) dice en libro Gestionar las Emociones Políticas que 10 de cada 8 latinoamericanos desconfía del otro, mientras que en los países nórdicos es exactamente igual, pero a la inversa. Una encuesta de Latinobarómetro citada en el mismo libro ubica una caída del 13% en el apoyo a la democracia con respecto al año anterior. Concluye estimando que uno de cada cuatro latinoamericanos le es irrelevante en el tipo de régimen en el que vive.
Es momento de diseñar y comunicar políticas para el sector de “los desencantados”. Es evidente que algo de él está en todos, como un intruso dentro nuestro. Por eso es necesario incorporar las emociones en el ejercicio cotidiano de la política, para abrir la participación ciudadana en el marco de la sensibilidad como un gran antagonismo de la violencia mediática. No vi a ningún candidato hablar de la niñez, de tomar a la juventud y su previsibilidad como ejes de campaña. También es necesario dar un paso al costado en la especulación del arte del engaño, con las recetas tradicionales de investidura clásica, donde los dirigentes son intocables, ediles y superficiales. Es tiempo de un segundo plan, que trascienda las barreras ideológicas de la comunicación política, que convoque a los desencantados en la proyección de la democracia, a sentirse parte de un sentimiento mejor, de un bienestar posible.
La música que escuche mientras escribía:
Mi genio amor – Los redondos.
La oscuridad – El indio y LFAA.
Nuestro amo juega al esclavo- Los redondos.
Es tiempo de un segundo plan- Él mató.
Voy a disparar al aire – Él mató.
Reggae para Mirta – Intoxicados.
Lamento boliviano – Enanitos Verdes