La tecnología desarrollada por científicos suizos le permitió superar los problemas de movilidad. Los próximos ensayos serán financiados por la Fundación Michael Fox. Aunque no es una cura, es un avance para recuperar esa función que pierde 9 de cada 10 afectados
Un paciente con la enfermedad de Parkinson volvió a caminar gracias a una neuroprótesis, creada por científicos del Hospital Universitario de Lausana, en Suiza, que permite que quienes padecen esta afección en fase avanzada recuperen la marcha de forma normal, una habilidad que se pierde en nueve de cada diez casos.
“Caminar en una tienda sería realmente difícil, imposible antes, debido a la congelación de la marcha que a menudo se produce en esos entornos. Ahora ya no me pasa. Ya no tengo congelación”, dijo Marc Gauthier, que vive cerca de Burdeos, Francia, en una rueda de prensa donde se presentó la nueva tecnología. Al paciente se le implantó quirúrgicamente una neuroprótesis experimental de médula espinal para corregir los trastornos de la marcha debido a la enfermedad de Parkinson.
El estudio, publicado en la revista académica Nature Medicine, detalla cómo funciona la neuroprótesis al dirigirse a áreas específicas de la médula espinal con estimulación eléctrica que están asociadas con la marcha.
El equipo planea crear una tecnología adaptada a las necesidades específicas de los pacientes, según como la evolución de la enfermedad en cada uno de ellos. Para esto, se realizarán en los próximos meses otros ensayos clínicos con seis pacientes, que serán financiados con aportes de la Fundación Michael Fox, creada por el actor Michael Fox, una de las celebridades con Parkinson más reconocidas en el mundo por su papel en “Volver al Futuro” y que financia investigaciones para encontrar una cura a esta enfermedad degenerativa.
Mark Gauthier, padre de dos hijos, fue diagnosticado de Parkinson cuando tenía 36 años y fue tratado previamente con terapia de sustitución de dopamina y luego con estimulación cerebral profunda en 2004 para ayudar con los temblores y la rigidez. Pero últimamente, y debido al avance de la enfermedad, desarrolló graves trastornos de la marcha que no respondían a ninguna de las dos terapias. Sufría congelamiento de la marcha y a menudo, dijo, y sufría caídas unas cuatro veces al día en promedio, lo que lo obligó a dejar su trabajo como arquitecto.
Entonces, fue invitado a participar en el nuevo estudio para probar la neuroprótesis medular experimental.
El doctor Bueri manifestó: “Este avance, que ya se ha probado en otros casos de pacientes con problemas neurológicos que presentaban parálisis en los miembros inferiores, representa una esperanza para mejorar la marcha y el equilibrio de pacientes con Parkinson y debemos aguardar más experiencia para valorar su utilidad”
“Al principio no pensaba que pudiera sentir un efecto inmediato, pero en cuanto me implantaron la neuroprótesis sentí la mejoría”, aseguró el paciente piloto del proyecto, quien antes solo podía desplazarse con mucha dificultad, no podía subir escalones ni darse vuelta, todo lo cual ahora puede hacer de forma natural, con seguridad. Incluso puede caminar sin ninguna ayuda unos seis kilómetros, sin dolores ni cansancio
Cómo funciona la neuroprótesis
La neuroprótesis está compuesta por electrodos que se instalan encima de la médula espinal y se conectan de forma directa con un neuroestimulador implantado en la zona subcutánea del abdomen, que es a su vez controlado desde el exterior mediante un mando a distancia.
Para desarrollar el implante, investigadores de Francia, Suiza y otras instituciones del el mundo visualizaron y cartografiaron los puntos calientes de la parte inferior de la médula espinal a los que debe dirigirse la neuroprótesis con estimulación eléctrica para aliviar las deficiencias de la marcha y los problemas de equilibrio en un paciente con enfermedad de Parkinson.
Los investigadores identificaron seis puntos clave para facilitar la marcha. A continuación, implantaron un conjunto de electrodos en la región inferior de la médula espinal de Gauthier para dirigirse a esas zonas.
Los electrodos se conectaron a un estimulador neuronal colocado bajo la piel en la región del abdomen. Ese estimulador estaba programado para aplicar estimulación eléctrica a la médula espinal.
“La conexión entre el electrodo y el estimulador está bajo la piel, todo queda oculto, y se controla el dispositivo con un control remoto”, explicó el neurocirujano doctor Jocelyn Bloch, autor del estudio y profesor del Hospital Universitario de Lausana.
Fuente: Infobae