En calle Andrés Pazos 179, pasando apenas calle San Juan, una enorme puerta blanca con arco de medio punto y madera labrada, nos da la bienvenida a un lugar que pareciera salido de otro mundo. Al atravesar el gran portal, el pasillo de mosaicos multicolor nos conduce a un patio de estilo colonial, donde se erige una leyenda:“Cuando el fuego crezca, quiero estar aquí”; aunque el vaivén de gente entrando y saliendo del sin fin de puertas negras que coronan las galerías, y la presencia de coloridos personajes con cabeza de televisor y vestuarios de otra época, nos hace pensar por un momento que ese fuego ya creció, que habita desde hace un tiempo ahí. Se trata del Centro Cultural Casa Encendida, un espacio gestionado totalmente por trabajadoras y trabajadores del sector cultural, que se estrenó recientemente en Paraná. Casa Encendida, descrito por sus trabajadoras y trabajadores como el “cobijo de la cultura colaborativa y el cooperativismo; un lugar inclusivo que presta sus oídos a las voces de todos, todas y todes”; irrumpe en la escena cultural paranaense para colmarnos de toda su magia y color.
Desde Difundo estuvimos presentes durante su inauguración, por lo que a continuación, les contamos los detalles de una noche repleta de arte, música y emoción.
La noche más esperada
Siendo las 20 hs del jueves 13 de julio de 2023, nos acercamos hasta calle Andrés Pazos, entre San Juan y Corrientes, para presenciar la apertura de un nuevo centro cultural en la ciudad. El termómetro a esa hora marcaba alrededor de los 7°C, y la gente se amuchaba en la calle para retener un poco de calor. El tránsito no había sido cortado aún, por lo que una osada muchacha que vestía un saco de paño rojo, recogió unos conos fosforescentes que seguro estaban destinados para ese fín, y perfiló sin vacilar hacia el inicio de la arteria, dando por concluído el flujo de vehículos en esa zona. Sobre la gran puerta blanca, yacía ya una cinta roja, todavía sin anudar, a la espera del gran momento. Y en lo alto, un cartel circular aguardaba bajo las sombras de una tela negra el instante oportuno para entrar a escena.
Un poco más allá, podía verse a una mujer con un gran vestido en tonos verdes y pelo lila, anunciando alegre lo que todos anhelaban escuchar: en minutos nomás la gran puerta se abriría para, con suerte, no volver a cerrarse nunca más. La acompañaba un hombre vestido de traje negro, con un televisor en la cabeza, que no hizo muchos comentarios al respecto.
La gente parecía tranquila, como aplacada por el frío que caía en la noche y calaba hasta los huesos. Por lo que la extravagante dama de pelo colorido, se atrevió a vociferar unas palabras que hicieron reír a carcajadas a los presentes, rompiendo un poco el hielo.
Luego llegó el turno de los locutores de mantener los ánimos altos. Uno de ellos invitó a dos trabajadores de la casa a expresar el sentir del colectivo en ese día festivo. También, Sandra Cislaghi y Emiliano G. Tutau, fueron convocados a decir unas palabras alusivas al momento. Ambos, invitados al evento por lo mismo: su apoyo hacia a la cultura y especialmente hacia este proyecto. Uno y otro, hicieron coincidir sus discursos en dos puntos fundamentales: la alegría que les genera esta inauguración y la necesaria defensa y promoción de espacios culturales como estos.
Finalmente le llegó el tiempo a Ile Almirón de tomar la palabra. Ile, es la presidenta de la cooperativa gestora de este centro y presidenta también de este espacio. Al hablar, reflexionó acerca del camino atravesado en la cultura hasta el día de hoy, recordó los años de vaciamiento y precariedad que se vivieron tiempo atrás, haciendo referencia también a la importancia de que todos los sectores de la sociedad ( público, privado, popular) trabajen en unidad y armonía en pos del desarrollo de esta herramienta clave para la transformación de Paraná. Sin olvidarse, por supuesto, de resaltar el trabajo incansable de sus compañeros para llegar hasta acá .
Y por último lo más esperado, el tan ansiado corte de cinta. Los fotógrafos corrieron desesperados para tomar su lugar, la gente se agolpó en la puerta alzando sus celulares para no perderse ni una toma, mientras que la música de fondo hacía de countdown : 10,9,8,7,6…¡0! Entonces los presentes se fundieron en un aplauso y los protagonistas en un abrazo coronando la noche. Después de eso todo fue alegría y festejo. Un pequeño percance con la tela negra que cubría el cartel, no pudo, sin embargo, opacar el entusiasmo que impregnaba la mente y los corazones de todos y todas; y aquellas letras luminosas con las palabras: “Casa Encendida”, terminaron iluminando la calle, haciendo de esa una noche inolvidable.