El ambiente dentro del Congreso de la Nación está cargado de tensión y sorpresa ante las medidas extraordinarias que se están implementando para la próxima sesión legislativa, en donde se espera el mensaje de Javier Milei.
Estas medidas, descritas en la resolución 11/24 firmada por los titulares de ambas cámaras, Martín Menem y Victoria Villarruel, han generado un clima que algunos describen como un «estado de sitio» dentro del recinto parlamentario.
Entre las medidas más destacadas se encuentran las restricciones de circulación para los empleados del Congreso, la prohibición de acceso al recinto e incluso a los palcos para observar la sesión. Los periodistas tampoco pueden moverse libremente y deben permanecer en un área designada.
El cambio de horario para la sesión, convocando a empleados de diferentes turnos y prolongando la jornada hasta altas horas de la noche, ha generado molestia entre el personal parlamentario, quienes ven alteradas sus rutinas habituales.
Resulta llamativo que la seguridad interna del Congreso sea entregada a la Policía Federal, en lugar de confiar en los empleados de seguridad del propio recinto. Esta decisión, junto con la coordinación entre las comisarías del Senado y Diputados con las fuerzas de seguridad policial, señala un cambio significativo en el manejo de la seguridad interna del edificio.
El artículo que amenaza con sanciones disciplinarias para aquellos empleados que no cumplan con las disposiciones establecidas en la resolución, denota un clima de tensión y control que no se había experimentado anteriormente en el Congreso.
Las posibles razones detrás de estas medidas van desde evitar incidentes con los propios empleados del Congreso, descontentos por cuestiones salariales y de recortes de personal, hasta la intención de imponer un estilo de disciplina más marcial, que algunos atribuyen a la impronta de la vicepresidenta.
En resumen, la jornada de apertura de sesiones ordinarias en el Congreso se perfila como un evento cargado de tensiones y con un ambiente de control inusual, que ha despertado sorpresa y descontento entre los empleados y observadores.
Fuente: Página 12