Alquilar es un robo. Entonces, ¿cómo es?

Alquilar es un robo. Entonces, ¿cómo es?

Alquilar es un robo. Entonces, ¿cómo es?

Propongo una conversación entre experiencias de inquilinas como un intento de visibilizar la realidad que atraviesan miles de familias o, como sucede en muchos casos, de jóvenes que dejan sus hogares en búsqueda de, simplemente, un nuevo lugar donde habitar.

Al momento de pensar esta pieza, me cuestiono: la vivienda, ¿es un derecho negado?

Hoy, sin la necesidad de precisar datos duros, el metro cuadrado de construcción en la Argentina es mucho más alto que el salario mínimo, vital y móvil. 

 

En Paraná, hacia los aledaños de las barriadas -incluso alejado de la zonas de gran urbanización-, los terrenos cuestan, aproximadamente, 3 millones de pesos, y, en caso de que se ofrezcan formas de financiamiento, por lo general éstas están sujetas a un mínimo de trescientas cuotas ajustadas a variables propuestas por el BRCA.

Había que quedarse en casa, pero no era mía.    

Las discusiones en torno a las problemáticas sobre el alquiler de viviendas comenzaron con la sanción del Senado en junio del 2020, en plena pandemia y ya durante la gestión del presidente de la Nación, Alberto Fernandez. Por lo bajo, sin hacer mucho ruido y con un gran trabajo de las organizaciones inquilinas, la ley se puso en marcha. 

De esta forma, la Ley de Alquileres entró en vigencia en un contexto de gran incertidumbre

Con el voto de todos los senadores presentes y la ausencia del bloque de Juntos por el Cambio y sus aliados, el Senado aprobó la Ley de Alquileres el 11 de junio del 2020

En nuestro país se sancionó el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) 320/20 con sus respectivas prórrogas. El dispositivo legal estipulaba una serie de medidas que principalmente evitaban el desalojo, sin suspender las “obligaciones” del inquilino. En esta línea, me parece necesario señalar que, en otras partes del mundo, las medidas fueron otras: en algunas ocasiones no solamente estaba prohibido aumentar la renta sino que, además, se suspendía el abono de la misma. 

 

Los habitantes de Berlín, una ciudad donde el 85 por ciento de las personas son inquilinas, votaron masivamente a favor de la expropiación de las grandes inmobiliarias que tengan más de 3.000 departamentos.

Muchas familias se enfrentaron a la contradicción de no salir de sus casas para no contagiarse y/o propagar el virus o de tener que salir para asegurar sus fuentes de ingresos, ya sea provenientes de trabajos formales o informales.

En relación a esto, es importante recordar que en nuestro país hay una gran presencia del sector informal, y esta es una de las razones por las que el endeudamiento muchas veces se vuelve inevitable e imparable, sobretodo en materia de servicios (electricidad, gas, internet, etcétera), siendo, para la mayoría de las personas, prioridad el pago del alquiler del hogar. 

En consecuencia con la conducta de los inquilinos, el sector inmobiliario pretendía discutir la importancia y la necesidad de los DNU. Vaya casualidad, es el mismo discurso que se repite en la actualidad. 

“Tenemos que derogarla (…) hay que dejar de complicarle la vida a la gente”, manifestó el expresidente de la Nación, Mauricio Macri en Twitter. Evidentemente ingresar en la categoría de “gente”, tiene que ver con ser dueño o propietario.  

Por otra parte, partamos de algo sencillo, la ley opera sobre un índice de la economía formal y la variable inflacionaria. Por supuesto que esta situación macroeconómica, agravada por la pandemia, generó la sensación de que la ley era un fracaso.  

El punto está allí, pero el marco contractual en términos de la responsabilidad que tienen cada una de las partes involucradas estableció un piso de protección y regulaciones a los abusos habituales que tenía por costumbre este negocio. 

Tanto la ley como los DNU echaron luz sobre la hostilidad e impunidad que manejan las inmobiliarias. Defender esta ley es oponerse al tan naturalizado “si no te gusta, andate”.

Melisa, Mirko, y Gaston. 

Melisa de 25 años cumplió con su propósito. Mientras se graduaba de una carrera universitaria, la pasantía que llevaba a cabo le permitía ahorrar y destinar ese dinero a la compra de objetos para su futura casa. Independizarse siempre fue una prioridad en su vida y, con el tiempo, alquiló su primer departamento. 

Un día, al volver de sus vacaciones, encontró la habitación cubierta de agua y humedad. Se arruinaron sus acolchados, su mesa de luz y el respaldo de su cama. Sin embargo, Melisa no quería que le repongan las pérdidas, sino que exigió que solucionaran el problema de las filtraciones. 

Ella le pagaba el alquiler a una inmobiliaria y las expensas a otra persona. Desde ambos lugar se echaban la responsabilidad y, de esta forma, demoraron los arreglos por más de un año. 

Desde inquilinos asociados notificamos del contratiempo al propietario de la vivienda, en el marco de la Ley 27.551, y enseguida se puso en contacto con Melisa y le mencionó que él nunca estuvo al tanto del percance. Al poco tiempo, las filtraciones fueron solucionadas.

La poca capacidad de maniobra del inquilino es una situación constante porque el aparato inmobiliario generalmente dilata los tiempos de reclamo, provocando de manera directa el hartazgo y la fatiga del locatario.  

Mirko de 36 años tiene un local de productos comestibles en la zona de Paraná Campaña. Nunca tuvo contrato, arregló de palabra, ya que así le convenía.

Para Mirko, el éxito de su emprendimiento está estrechamente ligado con el mantenimiento de la fuente de ingresos para él y su familia.  

Al tiempo, mientras el funcionamiento de la despensa iba en ascenso, el dueño del lugar le comunicó que el alquiler iba a aumentar y que, además, debía colocar los servicios a su nombre. Ambas pretensiones deberían ser cumplidas. En caso contrario, tendría que desalojar.

Mirko no pudo hacer frente a la situación y el propietario le robó el medidor y lo amenazó directamente. 

No solo tuvo pérdidas gravitantes en términos económicos, sino que tampoco supo a quién recurrir. Todo es dinero, y carece de la protección normativa. 

El estado anterior de la Ley de Alquileres significaba un vacío legal donde el más fuerte siempre tiene la razón. 

Gastón de 25 años vive actualmente con su pareja y hace un mes se encuentra en la búsqueda de un departamento cerca de su nuevo trabajo. 

Él, como muchas personas que día a día se encuentran en su misma situación, se vé obligado a pedirle plata a sus familiares, ya que, para ingresar a un departamento de una habitación, necesita el compromiso de tres garantes y, aproximádamente, dos salarios enteros suyos.

Gastón ya piensa en los próximos meses como un tiempo de limitaciones: ni gimnasio, ni salidas, ni ninguna otra actividad recreativa o de distensión. Del departamento al trabajo, y del trabajo a la casa. 

El esfuerzo que hacen millones de inquilinos para ingresar a una vivienda nunca es considerado en términos de atención y compromiso por las inmobiliarias. Así mismo, la calidad de vida que se ofrece muchas veces no es acorde a la magnitud del endeudamiento provocado por tal decisión. 

La renta del alquiler representa entre el 30/40 y hasta el 50% del ingreso de los inquilinos. Que este dinero también sirva para el mantenimiento del hogar es una circunstancia justa. 

Muchas veces, el inquilino termina haciéndose cargo de reparaciones que vienen de antaño. La vivienda no puede ser únicamente objeto de especulación y la ley, en este sentido, marca acciones concretas para resolver los inconvenientes.

Por: Alán Gomez Tutau – Miembro de la Asociación de Inquilinos Entre Ríos.