35º ENCUENTRO SAN LUIS, TERRITORIO HUARPE, COMECHINGÓN Y RANQUEL, 2022

35º ENCUENTRO SAN LUIS, TERRITORIO HUARPE, COMECHINGÓN Y RANQUEL, 2022

35º ENCUENTRO SAN LUIS, TERRITORIO HUARPE, COMECHINGÓN Y RANQUEL, 2022

Zul Bouchet nos trae una experiencia y reflexión de lo que fue el encuentro N°35 de mujeres y disidencias en la región de cuyo.

Hace varios años mujeres y disidencias se convocan y se organizan, para hacerle frente a un sistema que explota, excluye, minimiza y limita sus capacidades. Un sistema dominante y opresivo al que desde el encuentro se le grita basta: ya no estamos dispuestas a quedarnos en casa, ni a callarnos, ni a ceder espacios. Ya no estamos dispuestas a qué nos digan lo que tenemos que hacer, ni cuando, ni donde, ni como.

Como sede para el número 35° nos recibe San Luis: territorio Huarpe, Ranquel y Comechingón. En un contexto sumamente sensible para los pueblos originarios, cómo uno de los ejes centrales convocados en el marco de la plurinacionalidad, se inició con un pedido de libertad y cese a la violencia contra los mismos. A dos días previos, la comunidad mapuche fue víctima de una persecución que terminó con mujeres del Lafken Winkul Mapu detenidas y violentadas. Durante todo el cronograma se pudo notar el pedido y la necesidad de visibilizar la problemática, la ciudad completa fue atravesada por un pedido urgente de liberación.

Por otro lado, la urgencia se hacía presente cada vez que se escuchaba o se leía el nombre Guadalupe. La lucha incesante e incansable por saber dónde está, por obtener respuestas, por aliviar el dolor de su arrebato. 
Desde las primeras palabras en la apertura, donde su madre compartió el llanto con más de la mitad de lxs presentes, a los carteles y las pintadas que podían encontrarse cada media cuadra con la pregunta: ¿Dónde está Guadalupe? 

Saber que nos siguen faltando pibas, mientras nos siguen arrebatando otras, fue bandera de cada grito que decía: Presente; Ni una menos. Vivas nos queremos.

 Y también nos falta Tehuel, visto por última vez en 2021, que golpea de lleno a la comunidad trans y a la disidencia en sí. ¿Cómo puede alguien ser tragado por la tierra y cómo pueden los que deben cuidarnos ser tan ineptos para dar resoluciones y devolvernos a nuestros pibxs?

 Desde el viernes al lunes, el encuentro fue una fusión de emociones. Desde el llanto a la alegría de sabernos movilizadas y unidas, de saber que la lucha es con las disidencias y con nuestras compañeras de los pueblos originarios. Saber que si tocan a una, saltamos todas. Las calles respiraban poder: popular y feminista.

Banderas, pasacalles, remeras y pilusos. Pegatinas, stickers y paredes intervenidas. Los colores representativos. Los abrazos, las coincidencias, el vamos compañera cuando alguna aflojaba. La búsqueda de construir y crear herramientas para mejorar las cosas en conjunto. El trabajo colectivo, en todos los ámbitos. La diferencia de edad: una nena de más o menos siete u ocho años, con una vincha que decía: NO ES NO. Caminando a la par de una señora de más de 70, que completó el trayecto de la marcha con la paciencia de sus pasos y de su pasado tan distinto hoy a nuestro presente. Se nota en todas: hubo un antes, y habrá un después cuando finalice el evento y lleguen a sus lugares. Compañía, empatía, tolerancia. Aprendizaje: en cada persona que los días te ponen adelante. Perdón y gracias: dos palabras claves para nuestro pasado, presente y futuro. El feminismo nos ha ayudado a aliviar cargas, a sanar dolores nuestros pero también ajenos, a dejar ir lo que nos pesa en la mochila de lo que tendríamos que hacer. Encontrarnos nos sana, nos cura, nos afirma que nuestras decisiones son nuestras aunque el sistema haya insistido en hacernos creer que no.

 Nos tienen miedo, porque no tenemos miedo. Ya no más. 

Redacción: Zul Bouchet.