2023: Mirar atrás y poder decir, como primer amor

2023: Mirar atrás y poder decir, como primer amor

2023: Mirar atrás y poder decir, como primer amor.

Arrancamos un nuevo año y, como es costumbre, la sensación de pensar las cosas de cero nos atraviesa. Con la marcha liviana y el calor agobiante, enero transcurre entre el umbral de lo que se deja atrás y la posibilidad de un nuevo comienzo.

Pero este último no ha sido igual, pasaron 36 años de la última copa mundial lograda y también pasó mucho tiempo en que el amor no salía a la calle como acto de placer. Es decir, hemos conquistado derechos en las calles, pero aquí el amor aparece como acto revolucionario desde un lugar de sufrimiento/padecimiento, y para colmo, siempre con la presencia de sus permanentes resistencias. Finalmente el logro de un derecho implica justamente la necesidad de reconocer la plena dignidad de lo que se reclama. Y allí, el amor es celebración, pero también mucho aguante. Seguramente hay tanto de una, como de la otra, pero en los partidos previos a la final del mundo, el entusiasmo, la fé y la alegría nos empujaba a la calle queriendo festejar, al menos, un paso más. Incluso, dejando todo atrás, abandonando hipótesis y creencias de una vida dividida entre grietas.

Desde Difundo, en las diferentes áreas desde donde producimos, decidimos alojarnos en la sensibilidad. En primer término, para encontrarnos desde una opción más real y genuina, habilitando las emociones y momentos de cada uno. Y en segundo lugar, porque creemos en la sensibilidad como un hecho contra-hegemónico. Por eso, decir y no guardarse nada es imprescindible.

Vieron cuando dicen: “Siempre se vuelve al primer amor», por impericia o suspicacia; porque alguien la dijo a los cuatro vientos como si no significaría nada o porque está sellado en algún mural de la ciudad e inevitablemente nos recuerda a alguien. Puede que por impaciencia o soledad. Por recorrer una sonrisa o, tal vez, una angustia. O también, quién sabe, la simpleza de solo decir: “Todo vuelve al primer amor”.

Entonces, creo que sí! volvamos! Cada vez que sea necesario. Que ese 18 de diciembre sea nuestro primer amor, que a partir de ese recuerdo construyamos, nos olvidemos del odio, de las insignias y calificativos. Que nuestro pasado sea ese domingo en las plazas, en los bares, en el barrio o la calle. Que podamos decir, antes que nada y para toda la vida, que somos argentinos, y estamos llenos de pasión y orgullo. Que eso nos quede o que nos lleve, pero que no se esconda. Que siempre, pero siempre esté. Porque finalmente, el primer amor somos nosotros mismos y todo lo que encontramos en esa final del mundo.

Mural en la localidad de Claypode, homenaje del Municipio de Almirante Brown.

A pesar de que no coincidamos y seamos diferentes, te quiero. 

Este regalo que nos dio un grupo de jugadores de fútbol con su cuerpo técnico nos unió en lo más sano y permitió aflorar el sentimiento de pertenencia que estaba bastante sepultado. Se puede creer y se puede perder. Así empezamos este camino. Hay que aceptar la pérdida, hay que reconocer lo que no es correspondido. La autocrítica debe ser un gesto habitual, sobre todo desde lo político. Si la victoria te fortalece, la derrota te une. Y si nuestros deseos no coinciden, sembrar ternura, con la palabra, con la maniobra, con la acción. Como la familia de los jugadores, sus compañeras, enalteciendo la causa, trabajando en silencio. Sin galardones, ni prestigio. ¿O algún tonto puede creer a esta altura que Messi sería quien es sin su familia? Acá no existe una mujer “detrás de un gran hombre”. Acá hay una familia, un equipo, un sentimiento que trasciende posiciones políticas, géneros y otras ocurrencias sectarias.   

También creo que este contexto nos ha costado generaciones de vínculos que se frustran, como si esto no fuera parte de la vida y evitarlos, la práctica cotidiana, donde tirar la basura abajo de la alfombra, significó la continuidad de un modo de relacionarse que se arrimo a lo violento con una naturalidad muchas veces sorprendente y muchas otras lamentable.

¿Porque de algo estamos hecho, no?

 

La basura existe, las frustraciones también. Queremos ocuparnos de eso, educarnos en materia de residuos, construir un modelo agrario sostenible, libre de agrotóxicos y explotación, un horizonte social que cuide al planeta y la relación con los animales. Sin ir más lejos, la Cámara Federal de Mar de Plata habilitó la exploración petrolera a 300 kilómetros de las costas de la ciudad balnearia. Las exploraciones sísmicas se realizan cada 10 segundos, constantemente, todos los días. El sonido se compara al ruido que genera el despegue de un transbordador espacial. En la oscuridad del mar, los animales se guían a través del oído, el bombardeo los deja prácticamente discapacitados y provoca impactos graves e irreversibles en su comportamiento, alimentación, en sus cuerpos y en sus vidas (@activistasanimalistas).

Es increíble, pero normal, la justicia de nuestro país apuntando contra el eslabón más débil, lo que no tiene voz, lo que no se ve.  Aun así, lo que viene es muy distinto, con dinero no se inventa el amor dice Spinetta en la canción Jardin de Gente, y la juventud tiene un rol preponderante en este sentido.

El pasado 12 de agosto escribí sobre estas sensaciones en relación a la juventud, el protagonismo en las últimas conquistas, la transformación y aceptación de los cuerpos y vínculos. De lo que se habla, y de lo que se atraviesa.

Que la gente crea 

Hace unos días, Luis Garcia, un docente jubilado, salió a andar en su bicicleta y durante el camino perdió su billetera. Al volver por su recorrido, se encontró con un grupo de obreros que la habían encontrado y, humildemente, se la devolvieron. Luis quiso pagarles, pero los obreros se negaron a aceptar el dinero. Luis se fue, compró asado y volvió. Una mañana, Luis salió en su bicicleta y almorzó con unos obreros, porque la vida quiso cruzarlos (a pesar de la pérdida). Luis y los obreros ahora son amigos, porque decidieron creer y esa es la historia más grande que se pueda contar. 

Hemos aprendido, y también hemos destruido. Y en este presente de construcción, la palabra es nuestra herramienta. Es nuestra estructura, y no vamos a negociarla. Que algo venga a romper, no significa que maltrate. Que no nos entendamos, significa que este espacio, hoy, no es nuestro. Que el tiempo puede ser mañana, porque lo inmediato es un ejercicio forzado. Y allí, ya no hay ninguna posibilidad.Y si, tal vez haga falta construir un espacio donde nos sintamos cómodos, y a veces sale como sale, pero ese lugar nos encuentra como práctica plural. Hoy, el espacio del diálogo es una necesidad contemporánea y al mismo tiempo una urgencia política.

En fin, me gusta saber de qué están hechas las cosas, porque cuando pienso y recuerdo, veo un niño lleno de frustraciones ajenas. 

Y más allá de mí o en el entorno, durante la frustración, tratar de entender o interpretar de qué está hecho aquello que nos rodea, nos ayuda a atravesar la incertidumbre. Poner en palabras junto a alguien, acaricia la verdad desde un lugar colectivo. Por eso creo que no hay nada más lindo que las sorpresas que te arriman a un lugar mejor, por eso también creo en la gente, en la democracia, y la política. 

Nuestra chance de discutir con lo que nos trajo hasta acá, de pensarnos dentro del proceso, de construir nuestra propia forma, es un lugar valiente y tal vez, lleno de ansiedad, de ataques de pánico, de fuertes sentimientos de ausencia, porque a veces el costo de esa decisión lo asumimos en silencio y en soledad, a contramano de normalizado y ahí, como hace el Dibu, ir a terapia, para contar, para hablar, para decir. Porque el silencio no es nuestro idioma, porque la voluntad de intentar decirnos tiene que ser genuina, para contener-nos, para cuidar-nos. Para saber cuándo parar, y para creer que siempre, pero siempre, es una opción construir desde la sensibilidad.

Redacción: Alán Gomez Tutau
Imágenes: Roque Mana
Foto principal: Infobae